Encabezamiento Vicente Romero
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CRÓNICAS EN RNE


HISTORIAS MÍNIMAS:


31. "La peor indiferencia". 9/8/2005


Tengo delante de mí el semanario nigerino Liberation. Su primera página es como un grito desesperado: Los niños gimen de hambre, dice. Y se pregunta ¿Dónde está el Unicef? ¿Qué hace la FAO?, para acabar sentenciando que la miseria no se gestiona; se combate. Su editorial es muy breve. Apenas ocupa media docena de líneas. Pero está escrito con palabras contundentes: Mientras nuerosos niños sufren desnutrición severa en las aldeas nigerinas, se constata una cierta indiferencia de ciertos organismos. Es el caso del Unicef, cuyos patronos circulan en rutilantes 4x4, equipados de antenas capaces de captar los daños, y comen en los encopetados restaurantes de Niamey. Qué decir de la FAO, que igualmente observa un mutismo total.

El periódico expresa la rabia lógica de una población que padece los efectos del hambre, pese a que su gobierno hizo un llamamiento pidiendo la ayuda internacional el pasado mes de noviembre, sin que nadie le prestase oídos. Y que las Naciones Unidas anunciaron su ayuda hace más de tres meses, sin que hasta ahora esa ayuda se haya dejado notar de modo eficaz.

Las grandes agencias humanitarias internacionales son como elefantes burocráticos: grandes y poderosas, pero extremadamente lentas y torpes en sus movimientos. En la crisis anunciada de Níger, una vez más, las ONG les han dado una lección de eficacia, haciéndose presentes sobre el terreno. Pero Médicos Sin Fronteras, Oxfam, Acción Contra el Hambre, Care y otras no disponen de los medios colosales de las agencias de Naciones Unidas, cuya ayuda perezosa y enferma de burocracia es, a fin de cuentas, la única que puede garantizar un freno eficaz contra el hambre.

La ayuda internacional está empezando a llegar a Níger, pero tarde y mal. Ayer me escribía mi amigo Ángel Olaran, el misionero que combate al hambre en el norte de Etiopía desde hace años (que hemos tenido en este mismo estudio un par de veces). Y comentaba la llegada de ayuda alimentaria al Níger con estas palabras amargas: si se trata de carne, leche o huevos... pero se tratará, como aquí, de unos pocos kilos de trigo o cebada, que por otra parte no tienen mercado en ningún otro sitio. Y hasta eso hay que negociarlo, valorarlo, politizarlo. No me extrañaría que en el papeleo burocrático haya preguntas como ¿qué beneficios esperáis obtener con esta ayuda? O ¿qué esperáis conseguir a corto o medio plazo?. Eso mismo nos ocurre cuando pedimos ayuda para nuestros huérfanos. Y mientras contestas, te contestan, se reúnen, vuelven a preguntar... Me pregunto si a los señores de la ayuda les preocupa lo que les pueda ocurrir a los huérfanos en todo ese tiempo, si les preocupa saber si los niños pueden comer, estudiar, ir al médico. Porque en sus propias casas, sus hijos tienen asegurado todo eso y mucho más, por derecho. Pero nuestros niños aquí son materia de estudio, de proyectos. Dudo si los consideran sujetos de derechos u no objetos programables.

Ángel Olaran se habrá escandalizado de que Cáritas España haya minimizado la importancia del hambre en Níger. Porque el pasado día cuatro difundieron una nota de Prensa en la que se decía esto: Carluccio Gianini, técnico de Cáritas Española desplazado a Níger, para evaluar la situación de crisis alimentaria junto a los técnicos de Cáritas Níger, dice que el pico de la crisis alimentaria está pasando. Las lluvias han llegado, todo comienza a verdear, si continúa lloviendo durante agosto habrá una buena cosecha. La cosa es grave: el tal Gianini, que pronuncia ese discurso optimista, ha vuelto a España sin visitar Maradi, la zona donde el hambre es más acuciante; se quedó en Koni, a casi 300 kilómetros de distancia, donde --efectivamente-- ha llovido algo. Pero en Maradi hace más de quince días que no cae una gota y los incipientes brotes de mijo corren peligro de frustrarse. El tal Gianini ni siquiera quiso ir a ver al único misionero español que hay en la zona, el redentorista José Collado --a quien entrevistamos aquí el pasado jueves-- y que está haciendo un trabajo espléndido en colaboración con los musulmanes. Tal vez ese desinterés en verlo se deba a que Collado no se lleva bien con su obispo, que le riñe por dedicarse más a ayudar al prójimo que a predicar.

Yo, que tantas veces he repetido aquí que Cáritas me parece una organización ejemplar, cuya eficacia está asegurada porque se apoya en los misioneros, tengo hoy que darle un estacazo. Espero que el obispo de la zona de Maradi --cuando vuelva de las vacaciones que está pasando en Europa mientras sus feligreses agonizan de hambre-- sepa perdonar el pecado de omisión cometido por el tal Gianini. Pero, entretanto, me atrevo a sugerir que Cáritas, como penitencia rehabilitadora, le imponga un par de semanas de ayuno para que aprenda a respetar lo que es el hambre. Y le recomiende ver el Informe Semanal del próximo sábado, para que contemple las imágenes que no quiso ver en Maradi: los centenares de niños famélicos, marasmáticos, internados en el hospital de Médicos Sin Fronteras; o la legión de mujeres que pasaban la noche al raso, con sus hijos hambrientos en los brazos, sin nada que darles de comer ni beber, en espera de que la Agencia de Musulmanes de África hiciera un reparto de sorgo al día siguiente. Imágenes que avergüenzan, pero que es preciso difundir para crear conciencia entre quienes se obstinan en mantener los ojos cerrados.
 

 
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Última actualización:
30-Oct-2005
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